Entrevista a Ernesto Gutiérrez-Crespo: “Se hace imprescindible una ley estatal que regule y garantice unos mínimos de calidad de la Orientación Educativa en todas las Comunidades Autónomas”.

Ernesto Gutierrez-Crespo Ortiz es orientador educativo en el Centro Integrado de Formación Profesional Elorrieta-Erreka Mari de Bilbao. Profesor colaborador de la Universidad de Deusto. Vicepresidente de COPOE y Presidente de la Asociación de Psicopedagogía de Euskadi y entre otros trabajos y colaboraciones, es miembro del grupo de trabajo de creación del recurso: FPBide, para la elección de estudios de la FP.

1.- ¿Cómo llegaste a la Orientación Educativa? Cuéntanos algo sobre tus inicios y trayectoria como orientador/a.

En el año 1992, el Gobierno Vasco publicó una convocatoria para crear, en comisión de servicios, las primeras plazas de Orientadores Educativos en centros de Enseñanza Secundaria; envié un proyecto y me seleccionaron. La convocatoria estaba dirigida a Psicólogos, Pedagogos o Psicopedagogos, que fuésemos docentes. Eran otros tiempos, los seleccionados, liberados de docencia, estuvimos formándonos como Orientadores Educativos, durante un año, en la Universidad del País Vasco. Los integrantes de ese grupo fuimos los primeros Orientadores Educativos de Euskadi. Poco después se convocaron las primeras plazas por oposición.

Recuerdo mi primer destino, en un centro de Enseñanza Secundaria de Bilbao, con una mezcla de ilusión y de incertidumbre. El profesorado no tenía muy claro cuál era nuestra labor; los equipos directivos tampoco tenían muy claras, nuestras funciones; faltó haber preparado mejor nuestra acogida en los centros, por parte de la Administración.

Al año siguiente conseguí una plaza de Orientador en un instituto de Formación Profesional de Bilbao, en el que todavía estoy.

Los primeros años fueron complicados porque nuestro rol no estaba muy definido; tampoco los centros estaban preparados para nuestra figura. Esa etapa de indefinición generó el conocido apodo de “pakistanís” (“pa-kestan-aquí”); apodo felizmente superado, porque nuestro trabajo es vital en un centro educativo y cuando no estamos, se nota.

Actualmente, me encanta la Formación Profesional y sigo disfrutando de mi trabajo.

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Photo by Zac Durant on Unsplash

2.- ¿Qué parte de tu trabajo en Orientación Educativa te gusta más?

Mi trabajo es muy variado puesto que me ocupo tanto de la Orientación Educativa como de la orientación profesional; gestiono  la bolsa de trabajo del centro, asesoro a personas que quieren conseguir una acreditación profesional, colaboro en la resolución y prevención de problemas de convivencia, coordino el apoyo al alumnado con diversidad funcional o con necesidades educativas específicas, imparto charlas de orientación académico-profesional a alumnado de ESO y Bachillerato, entre otras acciones. Creo que cubro un abanico de tareas muy importantes para el centro.

Lo que más me gusta, sin ninguna duda, son las entrevistas de orientación, tanto con el alumnado del centro como con usuarios externos al mismo, que demandan información sobre ciclos formativos o que quieren mejorar su itinerario profesional.

Disfruto también elaborando materiales de orientación y tutoría para ser utilizados en el aula.

En mi centro, contamos con un aula para alumnado con diversidad funcional de entre 16 y 20 años. Asesorar al profesorado, al alumnado y a las familias de ese grupo de alumno/as, es una de las tareas más gratificantes.

3.- ¿En qué aspectos crees que puede mejorar la Orientación Educativa? ¿Cómo podría lograrse?

Prácticamente desde mis inicios he trabajado en un centro de Formación Profesional y vivo con mucha pasión este tema. Me preocupa especialmente la falta de reconocimiento de la Orientación Educativa en los Centros Integrados de FP. En Euskadi, la mayor parte de los centros integrados no tienen orientador educativo y lo peor es que están suprimiendo plazas. Quienes dirigen la Formación Profesional en Euskadi no son conscientes de la importancia y necesidad de un Orientador Educativo en un centro de FP.

Cuando comentas esto a orientadores de otras comunidades, les causa extrañeza, teniendo en cuenta que, en general, la FP de Euskadi está muy desarrollada e incluso es referente en Europa. Esto será así en otros aspectos, pero en lo que se refiere a la atención a las necesidades de Orientación Educativa, que precisa el alumnado de FP, desde luego, no lo es.

Me preocupa que el modelo vasco de FP, que elimina orientadores educativos se puede generalizar a toda España, apoyándose en el supuesto prestigio de la FP vasca. Me parece fundamental reivindicar la figura de la Orientación Educativa en FP y en ello estamos, especialmente desde la Asociación de Psicopedagogía de Euskadi y la Confederación de Orientadores de España: COPOE. Me parece increíble que a estas alturas haya que revindicar nuestro importante trabajo. Solo un ejemplo ilustrativo del desinterés hacia la Orientación Educativa: el último Plan vasco de Formación Profesional no cita en absoluto la Orientación Educativa, ni muchísimo menos, cómo abordar la diversidad del alumnado que puebla las aulas de FP.

Por otro lado, y, a nivel general, la reivindicación de un orientador por cada 250 alumno/as en los centros educativos de todo el Estado, sigue siendo fundamental. La Orientación Educativa no la realiza únicamente el orientador, pero es una figura clave para coordinar programas e iniciativas que, en este campo, se realizan en los centros. La personalización de la Orientación Educativa es muy importante.

De manera sintética, actualmente los orientadores educativos tenemos 2 retos: por un lado, que no haya ninguna etapa en la cual el alumnado no pueda contar con el asesoramiento de un orientador educativo y, en segundo lugar, seguir reivindicando una disminución de la ratio orientador/alumno.

En este sentido, se hace imprescindible una ley estatal que regule y garantice unos mínimos de calidad en la orientación educativa en todas las comunidades autónomas.

4.– De tu trayectoria en la Orientación Educativa, guardas algún recuerdo especial sobre un centro, proyecto, grupo de alumnos… ¿Cuál te animas a compartir con los lectores de Colectivo Orienta?

A nivel personal, el mejor recuerdo que tengo es cuando concedieron al centro en el que estoy, un Premio Nacional a la Calidad en Orientación Educativa. Lo sentí como un reconocimiento a un trabajo que hemos realizado durante muchos años, sobre todo en un contexto como el vasco, en el que la Orientación Educativa en FP, no se tiene en cuenta.

También guardo muy buenos recuerdos del contacto con el alumnado y de los momentos en los que he podido ser útil, por ejemplo: cuando te plantean problemáticas muy diversas, desde embarazos no deseados hasta temas de acoso escolar, psicopatologías, dificultades de aprendizaje etc…Creo que lo más positivo de nuestro trabajo es que podemos ayudar a muchas personas, que podemos ser útiles y eso me produce una gran satisfacción.

Lo peor es el desinterés de la Administración Educativa vasca por nuestro trabajo. Los 7 orientadores que quedamos en la FP, cuando nos jubilemos, y si alguien no lo remedia, desaparecerá la figura del Orientador Educativo en la FP. Solemos comentar jocosamente que “Necesitamos apadrinamiento, porque somos una especie en extinción”.

5.- Y, para terminar, te pedimos que actúes como Orientador/a. ¿Qué le recomendarías a una orientador/a que está empezando en su trabajo?

Cada orientador debe hacer su propio recorrido. A lo largo de mi carrera profesional he intentado desarrollar las siguientes actitudes:

  1. Valorar la formación permanente: nuestra labor es tan variada y debemos atender a tantos frentes que es muy importante formarse de manera continuada. En estos últimos años, con las TIC y las redes sociales, resulta mucho más fácil acceder al aprendizaje compartido y en red.
  2. No intentar cambiar un centro de la noche a la mañana. Es importante sintonizar con las necesidades del centro en materia de orientación y procurar crear equipos de trabajo y programas con incidencia en todo el centro.
  3. Desarrollar la mentalidad de un corredor de fondo: ser constante, no venirse abajo en los momentos difíciles, cuando las dificultades de nuestro trabajo pueden llevarnos a tirar la toalla.
  4. Vincularse a alguna de las asociaciones de orientación y psicopedagogía que existen en casi toda España. Las asociaciones profesionales son muy útiles, al menos, en dos aspectos: para impulsar la labor orientadora y como apoyo a los profesionales de la orientación.
  5. Ser conscientes de nuestras propias limitaciones y de la realidad del centro, para ajustar los cambios y mejoras que deseemos introducir. Con frecuencia se dice que los orientadores somos agentes de cambio, pero, aun siendo esto cierto, tenemos que tener el suficiente realismo y la necesaria paciencia pedagógica, como para saber que no lo podemos hacer todo, que resulta imprescindible tejer alianzas con el profesorado dispuesto a trabajar con nosotros en la mejora del centro. Igualmente resulta fundamental ganarnos la confianza del equipo directivo. En mi caso, he de señalar que siempre he contado con el apoyo de los Equipos directivos, que ha habido en mi centro.
  6. Mantener la ilusión y las ganas, sin duda es el ingrediente fundamental. En mi caso, después de más de 30 años como orientador educativo, mantengo las mismas ganas e ilusión que el primer día. Mi jornada laboral diaria se me pasa en un suspiro y dejo siempre pendientes muchas cosas que deseaba hacer. No me dan las horas. En mi caso, disfruto especialmente en el trato con el alumnado. A mí me encanta hablar con los alumno/as, interesarme por sus cosas y escucharlos.

fotoernesto2017

@orientadorFP

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