En Educación hay que cuidar mucho lo que decimos y cómo lo decimos.

Si cambiamos algo, podemos encontrar otros estupendos caminos que ni sabíamos que existían. Asun Marródán.

Crecimiento Por Thala21

Imagen: Crecimiento – Fuente: Por Thala21

En el colegio le dijeron que no valía, que era torpe, que no se le daba bien resolver problemas, que sus compañeros lo hacían mejor que él.

Después, pasó por el Instituto con más pena que gloria y ya ni se le ocurrió ir a la Universidad. ¿Para qué? Su sentimiento era de incompetencia total. Sus padres se convencieron de que su hijo no servía para los estudios, porque incluso los profesores se lo decían una y otra vez.

Ya de mayor y en un alarde de esfuerzo e incredulidad por su parte, descubrió que siempre se le había dado bien ensamblar piezas y actividades parecidas, y lo mismo montaba un mueble que un circuito eléctrico, aunque nunca se lo habían reconocido ni su familia ni los profesores. Por eso, hacía arreglos y montajes tímidamente, porque le costaba creer que era capaz de hacer algo bien por sí mismo.

«No vales, no te sale, no vas a poder».

Este estado emocional, arrastrado como una pesada cruz desde que tenía uso de razón, le dificultaba las relaciones sociales, era un chico solitario y con pocos amigos, también salir con chicas, porque las frases: “no vales”, “no te sale” o “no vas a poder,  aparecían en su mente magnificadas en cuanto intentaba dar un paso y abrirse camino hacia su expansión personal.

Así que  necesitó una larga terapia para deshacerse de la losa de negatividad que había quedado grabada a fuego en su cerebro. Con el tiempo, sus habilidades y un tímido aumento de su autoestima, le permitieron encontrar un trabajo en un taller y ganarse la vida. Pero siempre vivió acompañado de ese lastre que unos adultos bienintencionados le fueron marcando desde su niñez.

¿Ficción o realidad? Conozco muchos casos similares.

La educación, la buena educación es algo tan complejo que debiera ser necesaria una amplia formación, con firmes prácticas incluidas, para dedicarse a este oficio. Pero no solo para aprender a enseñar, sino también para analizar nuestro equilibrio y coherencia emocional como adultos, sin los cuales, es difícil cumplir bien con la labor de educadores, en la más amplia extensión de la palabra.

Y si no vales, a otra cosa.

Ya que los niños no llegan a este mundo con manual de instrucciones, a su vez, debiera ser precisa una intensa formación de los padres para que modelen y moldeen bien ese precioso ser humano que tienen entre manos.

Es necesario cuidar mucho lo que decimos y cómo lo decimos.

Se puede enseñar, reprender, responsabilizar y redirigir de muchas maneras. Por tanto, es necesario cuidar mucho lo que decimos y cómo lo decimos.

Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo.

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Fuente de la imagen: https://goo.gl/images/r65Ahf

Y si no lo sabes hacer, preguntas, o te formas, o te interesas, o acudes a escuelas de padres y madres, o tratas de cambiar algo. La educación y la respuesta de los niño/as y del alumnado tiene mucho de reciprocidad. Y nuestra responsabilidad social como adultos es inmensa. Porque ya sabemos que si buscamos resultados diferentes, no hay que hacer siempre lo mismo.

Podemos encontrar otros caminos que ni sabíamos que existían.

Y si una relación con mi alumnado o con mi hijo/a no funciona, no deberé esperar a que los chico/as cambien; quizá si cambiamos algo nosotros, podemos encontrar otros estupendos caminos que ni sabíamos que existían. Es de cajón, pero se nos suele olvidar.

¿Conclusiones?

Más allá de una sonrisa cómplice, pongámonos a hacer algo valioso y distinto.

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@AsunMarrodan

www.asunmarrodan.com

3 comentarios en “En Educación hay que cuidar mucho lo que decimos y cómo lo decimos.

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