Sobre dictámenes de escolarización y prácticas obsoletas

Lo comentábamos en el seminario “Orientación para la inclusión”: hay que visibilizar el daño que hacemos al alumnado al propiciar, a través de la evaluación psicopedagógica, la segregación del alumnado. Salir del aula a apoyos, a aulas “especiales”, a programas aparte de sus compañeros, etc. Decía alguien del grupo: “lo que no ves, no eres consciente de que pasa”. Pero pasa, y estamos arruinándoles, si no la vida, sí la escolaridad. Lo hacemos pensando que ayudamos, pero tenemos que ser conscientes, “ver” que, en muchos casos, los orientadores no estamos sirviendo de mucha ayuda.

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Imagen: De las sombras, de Enrique Silva

Hace poco tiempo tuve que realizar el informe psicopedagógico de un niño de poco más de dos años, que se escolarizará en septiembre en Educación Infantil por primera vez. Es uno de los niños más simpáticos y sociables que he conocido; con una capacidad de aprendizaje y una curiosidad por aprender inmensas, con unas ganas de trabajar y realizar las actividades que se le proponen admirable, con un gran empeño por imitar lo que se le pide… Como decimos por aquí, un “bonico”: ¡me dejó enamorada! He compartido la experiencia en redes y ahora lo hago también en Colectivo Orienta.

El dictamen

Tuve que hacer a este niño un dictamen de escolarización para que se le proporcionaran los apoyos que necesita para estar en igualdad de oportunidades respecto al resto de niños y niñas que se escolarizarán donde las familias decidan.

Tras colegiar el dictamen de escolarización, el colectivo de compañeros y compañeras apoyaron mi decisión: aula ordinaria en centro ordinario, con los recursos que necesita.

Pues bien, posteriormente se me pidió que cambiase el informe y que añadiese que el niño tenía Retraso Mental Moderado, porque si no lo ponía, el niño “no generaba los recursos que solicitaba para él”. La otra opción era quitarle los recursos, para que se ajustara a la legislación vigente.

Me negué a realizar este cambio y el informe quedó en un callejón sin salida, ya que ninguna de las dos opciones me parecía adecuada.

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Imagen: María José G. Corell

Mi correo a la Dirección Territorial

Me puse en contacto con la Dirección Territorial a través de un correo electrónico en el que básicamente relataba el caso y daba mi parecer.

Creo firmemente que lo que debemos hacer es procurarle el máximo desarrollo a todos los niveles, teniendo las máximas expectativas, proporcionándole los recursos necesarios para que esté en igualdad de oportunidades y sea tratado con equidad.

El hecho de ponerle esta etiqueta (Retraso Mental), solo puede determinar que se tengan unas expectativas a la baja respecto al niño. La familia está muy angustiada con esta situación. Pienso que, con buena voluntad, se puede salir de este callejón sin salida, ya que el centro en el que la familia quiere escolarizar a su hijo ya dispone de todos los recursos solicitados

Mi correo a los miembros del Equipo Psicopedagógico

Además envíe otro correo a todos los miembros del equipo psicopedagógico, que os adjunto a continuación.

En los últimos años ha habido muchos cambios que afectan a nuestro trabajo como orientadores y orientadoras. Hoy día no se habla de (dis)capacidad sino de diversidad funcional. Estamos en un momento en el que internacionalmente hay un movimiento importante hacia la inclusión, inclusión educativa y social.

Se ha cambiado el modelo desde la discapacidad como algo entendido como individual y personal (modelo médico) a un modelo social, donde la discapacidad se genera en la relación, la (dis)capacidad es entendida como resultado de la interacción, no como algo de lo que es portadora la persona. Al mismo tiempo se han promulgado leyes que como orientadores y trabajadores de la enseñanza debemos conocer, ya que estamos vulnerando los derechos de algunas personas que además son menores. Como por ejemplo, entre otras, la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad, ratificada por España en 2008. (BOE-A-2008-6963 de 21 de abril de 2008).

En esta misma línea, el concepto de Retraso Mental está totalmente obsoleto. No podemos seguir etiquetando a los niños/as con estos y otros términos que condicionan las expectativas a la baja sobre este alumnado. Creo firmemente que debemos procurar y posibilitar el máximo desarrollo y esperar lo máximo de todos y cada uno de nuestros alumnos y alumnas. Hoy en día las personas con Síndrome de Down, pero también personas con otro tipo de “etiquetas” están demostrando que los profesionales estamos equivocados. Debemos propiciar que tengan todas las oportunidades tratándolos con equidad y sin que les prefijemos un techo. Mirad, por ejemplo, a Violeta.

Si no empezamos a cambiar nosotros como orientadores estamos siendo auténticos obstáculos a la inclusión, tenemos que cambiar nuestras concepciones y sobretodo nuestras prácticas. No podemos seguir haciendo lo mismo, haciendo como que no pasa nada. Porque nuestras prácticas están obsoletas. Y si no lo cambiamos y no nos concienciamos y actuamos acorde a ello, estamos haciendo mucho daño a muchos niños y niñas y a sus familias y estamos siendo los obstáculos a la inclusión de que habla este artículo de Gerardo Echeita e Ignacio Calderón.

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Imagen: Knockout, de monosaku

Es cierto que tenemos una legislación educativa (también obsoleta, e incluso contraria a otra legislación de rango superior) que dirige nuestro trabajo pero podemos interpretarla y aplicarla de muchas formas. En todo caso, si la aplicamos sin “rechistar”, de manera obediente, haciendo las cosas de la forma que siempre se han hecho, estamos dando a entender que no pasa nada y que estamos de acuerdo con esa legislación.

Creo que como profesionales debemos ser críticos, cuestionar los mandatos, las directrices y las tareas que se nos demandan para poder avanzar y transformar la realidad y trata de equilibrar las desigualdades que encontramos en las escuelas. La realidad se impone, como en el documental «Yo soy uno más. Notas a contratiempo«: un documental sobre la lucha por los derechos educativos. Rafael Calderón es una persona. Una persona más, a pesar de que nos empeñemos en resaltar que tiene síndrome de Down.

La educación inclusiva no son sólo palabras bonitas, o la excusa para hacer cursos, seminarios, congresos, escribir libros, o para cambiar un lenguaje por otro, o para cambiar unas palabras por otras y que las prácticas sigan siendo las mismas.
Si no hacemos algo, esto no sirve absolutamente para nada y hay que empezar por uno mismo, por (re)mirarnos la visión que tenemos y, a partir de ahí, ir cambiando. Este cambio solo se puede dar, como dice Nacho Calderón, desde un “profundo respeto al ser humano”. En palabras de Carlos Skliar, “educar es un gesto inicial de igualdad”. Como dice Alejandro Calleja Lucas, ¡seguimos!

Las palabras ya están dichas y redichas. Ahora, ¿qué hacemos? Parece que casi todo el mundo estamos de acuerdo, ¿cómo lo concretamos? Dejemos de hablar y pasemos a la acción en el día a día. Se trata de una actitud. No hace falta más preparación que una bienvenida.

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Imagen: iam__pee

El informe se tramita: conciencia profesional

Tras un par de semanas el informe se ha podido tramitar sin ponerle al niño esa etiqueta y con los recursos que necesita. No es la mejor de las soluciones pero es motivo de esperanza de que las cosas están cambiando.

«Hay otras formas de concebir la importante tarea de la orientación escolar. Formas democráticas que entienden la escuela como lugar de lucha por la justicia social, y la profesión como espacio de deliberación crítica.» (Nacho Calderón, 26-4-2016)

Mi mensaje es para los compañeros y compañeras que realizan las funciones de orientación educativa: debemos tomar las decisiones que consideramos adecuadas y justas. No nos dejemos vencer por las presiones a las que nos someten. Acostarse con la conciencia tranquila no tiene precio.

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Imagen: Look at your feet, por monosaku

Gracias a Nacho Calderón Almendros, Alejandro Calleja Lucas, Paz Rodríguez del Rincón y Luz en la finestra, Paula Verde Francisco con Mi mirada te hace grande, Carmen Saavedra desde Cappaces, Belén Jurado con sus aportaciones desde La Habitación de Lucía y tantas otras familias por ayudarme a cambiar mi visión y mi perspectiva. Los profesionales, de cualquier ámbito (sanitario, educativo, servicios sociales, …), necesitamos aprender de las familias, tenéis unos conocimientos que no podemos desaprovechar, nos servirían para humanizarnos. Gracias por contribuir a construir una sociedad más inclusiva, más justa y más humana.

Gracias también y especialmente a mi amiga y compañera de fatigas Ana Angulo, sin cuyo apoyo todo este proceso hubiese sido mucho más dificíl.

«Enhorabuena María José. Hay que «resistir» y denunciar las concepciones, las prácticas y las políticas excluyentes que perduran en muchos agentes educativos. Un ejemplo a seguir por l@s orientadores /as que tienen un rol fundamental en estos procesos de inclusión exclusión. Son las acciones y no los discursos los que encarnan los valores de la equidad y la inclusión. Se necesita mucha gente como tú y si en algo podemos apoyar no dudes en decirlo.»  (Gerardo Echeita, 27-4-2016)

En eso estamos, tratando de que mis prácticas como orientadora favorezcan la inclusión y no todo lo contrario. Sólo trato de hacer mi trabajo lo mejor que sé, puedo y me dejan.

María José G. Corell

 

María José Gómez Corell

Orientadora en Comunitat Valenciana

15 comentarios en “Sobre dictámenes de escolarización y prácticas obsoletas

  1. Muy interesante la reflexión. Aquí en Madrid veo a todas mis compañeras perder el culo para aplicar las pruebas finales de sexto como si fuese una asistencia a un pinic, sin pensar, entre potras cosas, sobre la utilizazación política y torticera de los resultados de estas pruebas, desde luego la inclusión brilla por su ausencia. Vergüenza ajena.

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    • Muchas gracias, Natalia. Es cierto que muchas veces actuamos por inercia sin pararnos a pensar las consecuencias de nuestras intervenciones. En educación, como en tantos otros ámbitos, es muy necesario que nos paremos y flexionemos sobre nuestras prácticas.
      Un saludo

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    • No sabes cómo me hacen sentir tus palabras. Soy madre de una niña de Necesidades Especiales que cursa sexto curso. Me he sentido así como relatas con el dictamen de mi hija. Quiero hacer algo, dejar constancia de esta realudad…mañana es la prueba de evaluación de sexto y me siento en un mar de dudas. Me encantaría hacer algo, quiero hacerlo…No sé si un escrito a la DAT…..
      .

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  2. Hola María José!
    Tienes toda mi admiración por hacer esta denuncia, y por hacerla pública, con nombres y apellidos, dando la cara y mostrando tus cartas sinceras. Debemos actuar así porque existen muchas personas, del ámbito de la orientación y de otros muchos, que se indignan solo de oír prácticas contrarias a las que se vienen realizando desde siempre. Solo con actuaciones que nazcan en el seno de su propio oficio podrán cuestionarse, replantearse y ser conscientes de eso que bien has denominado como prácticas obsoletas.
    Muchas gracias por tu grandísima aportación a la pedagogía inclusiva.

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    • Muchas gracias, Antonio, pero no creo que sea admirable, la verdad.

      Comparto contigo que es importante hacer autocrítica, pararnos a analizar qué estamos haciendo y qué consecuencias tiene lo que hacemos.
      Creo que es más fácil que escuchen a quien habla desde dentro, porque si no, el colectivo se siente atacado y se defiende, se cierra a escuchar.
      Que algo se haga de una determinada manera desde siempre no significa que sea lo más adecuado. Si no nos abrimos a la crítica, a la autocrítica y analizamos nuestras prácticas no avanzamos. Un abrazo

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  3. Enhorabuena por procurar para un niño tan pequeño todos los recursos necesarios sin etiquetarlo. El CI es muy cambiante y con dos años y medio….vaya barbaridad.

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  4. Muy buena reflexión M. José. Como orientadora me he encontrado en la misma situación.
    Las etiquetas al alumnado, los informes llenos de orientaciones cuestionadas por el profesorado….
    Las actitudes, las expectativas…
    Las adaptaciones curriculares, practica también desfasada e inútil.

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    • Gracias, Carmen
      Parece que la reflexión ha tenido mucho impacto en las redes sociales, se está compartiendo mucho desde la primera vez que lo publiqué en Facebook. Entiendo que el interés significa que mucha gente compartimos las mismas ideas y tenemos opiniones similares. No espero felicitaciones. Lo que espero es que se traduzca en nuestras prácticas y que dejemos de ser obstáculos a la inclusión, como nos han denominado tan certeramente. Sí, como colectivo, estamos actuando como auténticos obstáculos a la inclusión

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  5. Totalmente de acuerdo. Además muchas veces aquellos que nos presionan son nuestros propios compañeros (PTs o ALs) para que así no sean compartidos entre dos centros. Creo que debemos tener una actitud firme como la que ha tenido Maria José.

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    • Así es, Alfonso Javier. Es cierto que tenemos presiones, y muchas, tanto desde dentro de los centros como desde la administración.

      En la escuela, como institución, se nos dice cómo tenemos que ejercer nuestra profesión y es muy difícil salirse de ese molde. Al tratar de salir de ese molde el entorno reacciona y se producen presiones, insatisfacción, provoca conflicto, provoca disgusto.
      Esto pasa porque el sistema es perverso y el rol del orientador es un puesto que está en una encrucijada. Está cargado de conflicto, si no hay conflicto habría que cuestionarse el papel que se está jugando en la institución.
      Desde el rol del OE se ha asumido la demanda de equipos directivos, de muchos docentes: “Sácame a este alumno del aula” y lo que hemos hecho ha sido justificar burocráticamente que eso ocurra, y eso, en parte, es lo que estamos haciendo.
      Como profesionales debemos intevenir y tomar las decisiones que consideramos adecuadas en cada momento, sin dejarnos influenciar por las presiones, vengan de donde vengan.
      Es cuestión de voluntad querer cambiar y ponerte al lado de la persona. A menudo donde nos ponemos es al lado de la institución. Un saludo, Alfonso Javier.

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  6. En líneas generales coincido con tu reflexión pero no estoy de acuerdo con: «El hecho de ponerle esta etiqueta (Retraso Mental), solo puede determinar que se tengan unas expectativas a la baja respecto al niño». Creo que el problema radica en eso, en las expectativas que nos creamos ante las etiquetas.
    Un niño puede ser alto, o puede ser bajo, pero eso no implica que un niño bajo no pueda ser un buen jugador de baloncesto. Evidentemente en el ejemplo al que te refieres, necesitará una serie de recursos y tendrá más dificultades, pero eso no implica que no lo pueda conseguir.
    No importa tanto la «etiqueta», siempre que se vea como una forma de enfrentarnos a unas dificultades, el problema está en asociar esas etiquetas a unos determinados resutlados.

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    • Sobre etiquetas y Retraso mental. Vamos por partes.

      En cuanto al retraso mental es una terminología obsoleta y desechada hace años que cambió por discapacidad intelectual. (La Discapacidad lntelectual se caracteriza por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa)

      En cuanto a las etiquetas y su influencia hay estudios que lo corroboran como es el famoso estudio que realizó Rosenthal (efecto Pigmalión), te cuento en resumen y de memoria, pero más o menos fue esto: el grupo de Rosenthal iba a realizar un estudio en un colegio. Pasaron unas pruebas (supuestamente de inteligencia) y, sin mirar los resultados, totalmente al azar, eligieron a un número de alumnos. Al colegio le devolvieron una información sobre ese grupo de alumnos diciéndoles que eran muy inteligentes. Al cabo del tiempo volvieron y comprobaron que esos alumnos habían aumentado significativamente su rendimiento.

      Las conclusiones del efecto pigmalión dicen que el pensamiento de una persona puede influir sobre el rendimiento o el resultado de otra. Funciona como un profecía autocumplida, una expectativa mueve a las personas a actuar de forma que la expectativa se cumpla.
      Una persona puede conseguir algo que se propone porque previamente cree que puede conseguirlo.
      Las expectativas de los profesores, lo que esperan de sus alumnos determinan que los alumnos acaben cumpliendo exactamente lo que los docentes esperaban.

      Cuando un alumno con una etiqueta de “Retraso mental” no sabe hacer una tarea, los docentes pueden achacarlo a que “no puede”, “no sabe”, en lugar de indagar en cómo hacer para que el alumno pueda y sepa.

      Cuando un alumno “inteligente” del caso de Rosenthal no intendía algo, los docentes se esforzaban en explicárselo de otra manera porque no podía ser que esos alumnos “inteligentes” no lo entendiesen, así los convirtieron en inteligentes.

      Por otro lado, las etiquetas, los diagnósticos son información privada y confidencial, si yo cuando estoy enferma y tengo, por ejemplo una gripe, el médico no pone el diagnóstico porque es información privada mía, ¿por qué tenemos que usar estas etiquetas en documentos escolares que además hacen referencia a menores????

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  7. Respecto a las etiquetas y por mi experiencia con dos hijas con necesidades educativas especiales tengo una opinion bien distinta. Mi hija mayor ha tenido un diagnóstico constante y ha recibido apoyos que nadie ha cuestionado (después de lucharlos mucho, eso sí). En todo caso, la excusa cuando no se aplicaban eran los recortes, el apoyo extraescolar… No se cuestionaba la necesidad.
    La pequeña, con problemas más evidentes de aprendizaje pero que ha pasado por diversos diagnósticos, se encuentra con lo contrario en el mismo centro. Su diagnóstico actual no es creíble porque la etiqueta ha cambiado. Se cuestiona día tras día el facilitarle apoyos y se achacan siempre sus dificultades a manipulación, mimos, mal carácter o lo que haga falta.
    A veces parece no sólo que tengamos que tener a los niños etiquetados, sino que su etiqueta debe tener cierto pedigrí. Y digo yo,… ¿No debería valerle al colegio un diagnóstico funcional que constate dificultades sobre las que trabajar antes que una etiqueta que se ajuste menos a las dificultades reales de nuestros niños???

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  8. Pingback: ¿Cómo propiciar el cambio en orientación educativa? | Colectivo Orienta

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