Generación en corto

Vivimos en la época de la inmediatez. Todo lo que se presenta como mínimamente extenso es desechado. Y nuestros jóvenes que han nacido en medio de esta vorágine, no iban a ser inmunes en este efímero reino.

Snapshot

Snapshot – Fuente de la imagen

Leen en diagonal, apenas se paran, se saltan palabras importantes e imprescindibles que cambian el significado de una oración.

Es la época del Snapchat, de Vine. La época en la que un vídeo superior a cinco minutos comienza a resultar soporífero y es fácilmente abandonado sin concluir su visionado. Un momento en el que la tele comienza a ser contemplada como esa cosa que usan cuando sus padres les castigan otro tipo de pantallas más acordes a sus gustos.

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Nuestros jóvenes y nosotros mismos, para qué engañarnos, vivimos en la era de la infoxicación. La propia imagen que valía más que mil palabras ha visto depreciado su valor. No vale cualquier imagen, necesitamos una que nos sorprenda sobremanera. Es la era del gif animado, del vídeo de corta duración, del consumo de medios a la carta y en el momento deseado, no cuando lo programa la parrilla de una televisión.

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Vivimos en un mundo multitarea y multiplataforma. El ser capaz de cambiar de tarea y de medio se considera una virtud. También, nos encontramos en una época hiperconectada, siempre conectados hasta desvelarnos.

Sin embargo, la capacidad de pasar de una tarea a otra pierde valor si no somos capaces de mantener la concentración en esa nueva actividad.

Puede que a los adultos nos cueste pasar tan rápidamente de una pantalla a otra, de una pestaña a otra, de un smartphone a un wereable de última generación. Pero no es así para nuestros jóvenes. Ellos pasa de un elemento a otro sin  apenas despeinarse.

Pero no nos engañemos, la capacidad de concentración en una nueva tarea será un valor en alza, un valor que marcará la diferencia entre quienes desempeñen una función.

Está bien que los jóvenes sepan pasar de un medio a otro sin inmutarse, que desarrollen capacidad su capacidad de síntesis. Pero para que esa síntesis sea correcta, necesitan la capacidad de concentración que esta época les está negando.

Pasar de una actividad a otra es una virtud, pero centrarse en la que están es otra menor precisamente.

La lectura en diagonal es importante para localizar rápidamente aspectos que nos interesen, pero centrarnos en un texto no lo es menos. Si abandonamos totalmente esta capacidad, nos perderemos cuestiones fundamentales y no seremos capaces de profundizar en ningún tema.

Es cierto que debemos adaptarnos a los tiempos que corren y no podemos continuar comunicando de la misma manera monocorde, pero repito, no es menos importante ser capaces de sumergirnos en un asunto.

Y es en este punto, en el que los cortometrajes hacen acto de presencia, mostrándonos su amplio potencial educativo para, desde la brevedad, inducirnos a una reflexión mucho más profunda. Cuando introducimos un tema con un cortometraje motivante, podemos motivar la reflexión que nos catapulte a un nivel más profundo. El cortometraje, si es bueno, penetra en nuestro cerebro directamente por la amígdala y nos secuestra emocionalmente. Es entonces, cuando podemos pasar a otro nivel y profundizar en un tema.

Los cortometrajes, por su duración, se muestran perfectamente adaptados para su uso en el ámbito educativo y más concretamente en la hora de tutoría. Permiten ser abordados en una única hora de tutoría, sin necesitar varias sesiones para proyectarlos y abordar su trabajo.

Éste no es un argumento baladí. Si lo comparamos con los largometrajes y lo situamos en el contexto de un horario fragmentado sobre todo en Secundaria, nos encontramos que para proyectar uno de estos últimos, consumiremos al menos tres sesiones de tutoría. Si ya incluimos un trabajo posterior, comprobamos que los largometrajes deben trabajarse en otro contexto, situación más extraordinaria o reestructurando ocasionalmente los horarios. Esta dificultad se vería disminuida si trabajáramos con horarios menos compartimentados y más interdisciplinarmente, pero no es el asunto que tratamos en esta ocasión.

Si además unimos a este hecho el valor del cortometraje y la imagen en general, como elemento transmisor de ideas y emociones de primer orden, que llega como pocos, nos encontramos con una herramienta importante que nos permite introducir y tratar temas educativos y valores en las sesiones de tutoría. Los cortos se presentan como una herramienta de motivación, aportando variedad al desarrollo habitual de las clases, rompiendo monotonías, evitando un tiempo excesivo de concentración del alumnado, facilitando su comprensión y centrando los temas.

Si añadimos la necesidad actual, comprendida en los programas curriculares, de alfabetizar audiovisual y emocionalmente, ya tenemos todos los elementos necesarios para considerar importante, necesario e imprescindible su uso en educación.

Integrados en un plan audiovisual del centro y en el plan de tutoría, debemos contemplar el uso de los cortometrajes en la hora de tutoría de una manera activa, que no se limite a su simple visionado como sencilla manera de rellenar una hora.

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Podemos usar los cortometrajes no solo como elementos pasivos que nos induzcan a un a posterior reflexión.

Para ello, debemos emplear herramientas que proyecten la capacidad de producción de los alumnos, tomando éstos un papel importante en su utilización. No debemos, por tanto, limitarnos a su simple visionado. No le sacaríamos el partido que nos ofrece este formato.

Los podemos emplear como elementos de creación. Incluso sin perder la inmediatez y utilizando algo que podría emular en formato cortometraje a los elevator pitch en la que nuestros alumnos pudieran producir un cortometraje partiendo de una idea básica y resumida, condensan un mensaje que llame la atención de alguien en pocos segundos o minutos empleando para ello, ideas claras, concisas y sintéticas.

También, desarrollar actividades encaminadas al conocimiento del lenguaje audiovisual, como podrían ser: confección de diccionarios con terminología cinematográfica, elaboración de guías audiovisuales, análisis de los elementos de un cortometraje…

Utilizar la tecnología móvil como elemento que facilita enormemente las producciones del alumnado: el móvil o las tabletas hacen posible no sólo una grabación rápida, sino que además permiten mediante el uso de aplicaciones, el editado y tratamiento de las imágenes, y su subida instantánea a YouTube para ser compartidas.

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Realizar un uso social de las producciones, utilizando para ello herramientas como blogs, canales de YouTube, redes sociales, intercambio y elaboración compartida de experiencias…

Llevar a cabo sesiones de Corto fórum. Realización de debates sobre el cortometraje y/o sobre temáticas introducidas por el corto.

Visionar un cortometraje eliminando el desenlace y rodar varios finales alternativos para posteriormente compararlos con el real.

Ver el desenlace de un cortometraje y rodar varias tramas, comparándolas con la del propio corto.

Realizar versionados de un cortometraje con la misma estructura, pero aportándole visiones propias.

Añadirle matices de humor, enfado, seriedad, tristeza, alegría…

Realizar remixs de cortometrajes. Elegir diferentes cortometrajes y crear uno nuevo mezclando varios de ellos.

Partiendo de unas características determinadas de unos personajes, crear una historia con ellos y grabar un cortometraje.

Facilitando una trama escrita, concluir la historia y grabarla.

Realización de un cortometraje sobre cómo realizar un corto.

Realizar tutoriales sobre cortometrajes (realización, edición, elementos…).

Realizar cortometrajes mudos para trabajar las expresiones, los gestos, el lenguaje no verbal… inteligencia emocional.

Quitarle el volumen a un cortometraje e interpretar las emociones de los actores.

Quitarle el volumen a un cortometraje y tratar de adivinar la historia.

Quitarle el volumen a un cortometraje y grabar otro corto tratando de interpretar la historia y después compararlo con el corto con el volumen ya incorporado.

Realizar cortometrajes organizando la clase por equipos que se encarguen de cada una de las partes: guión, dirección, localización de escenarios, fotografía, vestuario, caracterización, iluminación, edición, etc.

Mantener la imagen de un cortometraje, pero cambiar las voces por las de los alumnos.

Mantener la imagen de un cortometraje, pero cambiando los diálogos mientras se crea una historia diferente.

En definitiva, el cortometraje se nos presenta como un elemento de transición entre dos mundos, el de la inmediatez y el de la necesidad de profundización en un tema. Un elemento que puede proporcionar, a través de la emoción, ese gancho que permita a nuestros alumnos llegar a exprimir un tema.

No quiero terminar este corto artículo sin hacer referencia a un hecho importante para los docentes y para el cine español.

Por fin, en un mundo plagiado por mediocres burócratas, alguien parece habérsele encendido una luz. El cine y la educación, la educación y el cine, deben ir de la mano en estos tiempos. En la vecina Francia bien que lo saben y hacen del cine una cuestión nacional irremediablemente ligada a la educación.

Lo cierto es que en el ICAA han presentado una nueva plataforma de cortometrajes para uso educativo a la que se puede acceder previo registro como docentes y en la que se puede encontrar una amplia gama de cortometrajes españoles y guías didácticas para su trabajo en el aula. Se trata de AulaCorto.

A ver si alguien continúa con las ideas brillantes y se le ocurre hacer lo mismo con el cine y permitir dar nuevos pasos el desarrollo de la competencia digital, la alfabetización audiovisual y la capacidad de concentración al facilitar el acceso de los alumnos a formatos de más largo metraje. Bienvenido será.

Jesús Hernández.

Profesor IES María Pérez Trujillo (Santa Cruz de Tenerife).

Crea y aprende con Laura.


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