Visibilidad, horarios y tiempos para potenciar al orientador

No siempre se entienden del todo las tareas y funciones de los profesionales de la orientación educativa en el ámbito escolar. El orientador Juanjo Millán escribe sobre qué hace y qué no hace un orientador, sobre nuestros horarios y visibilidad.

Garabato de Juanjo Millán

 

El orientador es una pieza clave en un centro educativo, pero es también otras muchas cosas. Es aquella persona a la que se le puede asignar casi cualquier tarea, ya que está dispuesto a llevarla a cabo. Además, puede sustituir a profesores cuando faltan, porque claro, ¿qué hace todo el día metido en ese despacho? Es quien transmite las noticias que nadie quiere trasladar a determinada familia y quien se reúne con padres enfadados por algún motivo en concreto. No sé por qué, pero muchas veces sabemos de ordenadores y redes, por lo que en alguna ocasión también nos cae algo en este sentido. Participamos en muchos actos, casi en todos, incluidos los de promoción del centro cuando se realizan. Si hay que ir a algún congreso o a dar alguna charla, o vamos nosotros o los profes que van a ir dejan a nuestra disposición su material para que revisemos su análisis estadístico (cuando no para que lo realicemos nosotros), su exposición de resultados, les aportemos bibliografía o revisemos sus citas, etc. En definitiva, los orientadores somos muy polifacéticos, podemos hacer muchas, muchas cosas… Y justo es aquí donde encuentro algún interrogante. ¿Por qué ser orientador en un centro es muy distinto a ser orientador en otro? Obviamente el contexto marca nuestra acción, no obstante, en muchas ocasiones, tareas que se llevan en un centro son impensables en otro, y algo impensable en el primero es lo más habitual en el segundo. Otro de los interrogantes que tengo muy presente es bien distinto: ¿Saben nuestros compañeros docentes cuál es nuestro trabajo? ¿Saben qué podemos hacer? ¿Saben cuál es nuestra función y cuál no? ¿Y los padres? ¿Y los alumnos? ¿Saben qué hacemos en nuestro despacho? ¿Y cuando salimos del Centro? ¿Saben si trabajamos en casa?

Balón y campo de fútbol

Fuente: Pixabay

 

Visibilidad

Estos interrogantes me generan una rápida comparación. Somos como un balón. Sí, todo el mundo sabe lo que es un balón, que sirve para realizar una actividad deportiva, que debe hincharse con aire y que se puede pinchar. Hasta aquí la comparación con el orientador. Pero ahora bien. ¿En qué balón está pensando? ¿En uno de fútbol? ¿Uno de baloncesto? ¿De Rugby? ¿De fútbol americano? Así es, sin nada más ya habíamos visualizado un tipo de balón en concreto para un deporte determinado y así son las creencias de los compañeros docentes, padres y alumnos sobre la práctica orientadora. Pensar en el orientador es pensar en el balón, pudiendo pensar cada uno en diferentes balones en función de una infinidad de variables internas y de creencias.

Hemos de explicar a nuestra comunidad educativa que jugamos al fútbol. Que lo hacemos en un campo de césped con dos porterías y que las reglas (las leyes)  son las que son. Hemos de contarles que nuestro deporte se practica con el pie, y que el único que puede tocar la pelota con la mano es el portero. Con todo esto, evitaremos que alguien que acuda al estadio (al centro educativo) se decepcione o se enfade por ver la indumentaria de los futbolistas cuando él pensaba que iban a salir ataviados con ropas de fútbol americano, o aquel que pensaba que iban a botar el balón para meterlo en una canasta.

Una de las acciones que debemos mejorar como colectivo es la de la visibilidad. Muchas veces no se nos ve, y cuando se nos ve, es de forma diferente a unos y a otros. ¿Cuál es tu meta principal como orientador? Algunos dirán que la inclusión, otros que la atención a las dificultades de aprendizaje, otros hablarán de familias. No olvidemos a quien centra sus esfuerzos en el PAT y el que lo hace en la orientación profesional. Otros en una escuela de padres de calidad. También los habrá que se centren en respaldar a los profesores. Obviamente el contexto del centro y alumnado va a generar una determinada acción, eso es lo de menos, pero debemos mostrar el potencial que podemos llegar a tener, el impacto que podemos ejercer sobre alumnos, padres y docentes, pues en ocasiones, ves que existe un tremendo error de concepto acerca de nuestra tarea profesional.

La coordinación, con esta visibilidad, mejorará, y dejaremos de encontrarnos, por ejemplo, a profesores que toman la iniciativa de derivar a un estudiante a un Psicólogo externo que conoce por referencias de un amigo que lo había visto en Internet y le está tratando una dificultad de aprendizaje mediante psicoanálisis (así sucede en algunos casos que tristemente he conocido). Por supuesto, no hemos escuchado nada sobre ese estudiante nunca. Dejaremos de encontrarnos con que no sabemos nada sobre algunos alumnos que tras varios años escolarizados en nuestro centro, de pronto un día nos llega la noticia de su fracaso académico desde hace un par de cursos, y no nos enfadaremos cuando veamos que su tutor tiene al menos una decena de informes (que no ha compartido jamás con nosotros) de su Pediatra, de un Psicólogo, de un Psiquiatra, y que lleva en tratamiento más de un curso porque presenta una dificultad de aprendizaje que le impide superar el curso. Tampoco recibiremos a padres enfadados porque no estamos llevando a cabo una terapia con su hijo y se nos ocurre la insolencia, entiéndase la ironía, de derivarlo a un Centro externo. Conseguiremos algo muy importante, aunque parezca simplemente una mera formalidad: dejaremos de ser “el Psicólogo del Colegio”, en primer lugar porque en estos puestos convivimos Psicólogos, Psicopedagogos, Pedagogos, etc., y en segundo, porque el ser ese “Psicólogo del Colegio” genera una implicación clínica que creo que no es la apropiada para el contexto en el que nos desenvolvemos.

 

Los horarios

Debemos mostrarnos a nuestros receptores de servicios, debemos enseñarles qué hacemos. Últimamente veo muchas puertas de Departamento de Orientación cerradas, lo cual me entristece mucho. Un Departamento de Orientación debe estar siempre abierto, siempre con una silla libre para que quien necesite sentarse en ella lo haga, y nosotros, mientras estemos en el centro, necesitamos tener disposición para escuchar, para atender a quien lo necesita (si no estamos en clase, en una reunión con algún órgano externo, hasta arriba de papeleo…) ¿Qué imagen ofrece a un alumno, compañero o padre una puerta cerrada que no se abre y tras la que se averiguan unas manos fuera de control aporreando un teclado? Aleja. Nos separa de quien viene, a quien probablemente, ya hemos perdido.

Los horarios del orientador son una auténtica lacra. No se entiende en los centros educativos pero llevar a cabo nuestra acción orientadora y además dar clase quizá sea un poquito incompatible. Los hay con suerte: no dan clase. Y lo digo con la mayor tristeza, porque además de orientador, soy maestro de Primaria, y pocas cosas me gustan más que ser docente, pero es que, para coordinar un Departamento de Orientación, las clases se convierten en la más dulce de las complicaciones. Además, todas las clases suelen amontonarse en uno o dos días, que suelen ser por lo general aquellos días en los que pasan todas las cosas: reuniones de la administración, reuniones en organismos externos, visitas de la inspección, crisis con una familia, viaje a un congreso, etc. Y claro, al responsable de la etapa educativa no le hace gracia tener que buscar una sustitución, con lo que su gesto no es de comprensión, empatía y simpatía precisamente.

¿No pasamos demasiadas horas en los centros educativos? No es una pregunta que busque trabajar menos, no. Pero como comentaba anteriormente, ¿se puede realizar un informe en un despacho con puertas abiertas? ¿En una zona del centro en la que se escuchan correr por los pasillos a niños, al profesor de la clase de al lado, puerta que se abre constantemente, teléfono que suena, mails que llegan, padres que te escriben… pueden corregirse pruebas e interpretarse? A mí me cuesta mucho porque por lo general no cuento con más de 15 minutos sin una interrupción, pero me cuesta más decir a alguien “ahora no”. Por lo que acabo llevándome mucho trabajo a casa y dedicando el tiempo que debería dedicar a mi familia a seguir con las cosas del colegio, a escribir ese informe que tengo que entregar mañana en la hora previa a la clase que tengo y que de sobra sé que no me dará tiempo a devolver en una hora y que tendré que avisar para busquen una sustitución.

Deberíamos organizar unos horarios más inteligentes, más flexibles. Con unas horas de presencia además de horas de trabajo fuera de presencia para el trabajo “de pensar”.

Parque de diferencias - Juanjo Millán

Tiempos

Los tiempos son esenciales para potenciar la orientación. En muchas ocasiones queremos llevar a cabo una acción pero necesitamos que nos den el visto bueno desde el equipo directivo. ¿Cuánto tardamos en conseguirlo? Imagino que será variable en unos centros o en otros, pero por lo general es mucho tiempo. Igual sucede con los proyectos que queremos llevar a cabo, que para cuando se aprueban ha pasado tanto tiempo que están desfasados o que ya no son necesarios para la finalidad para la que se había ideado. Igual sucede con tiempos para presupuestos, para llevar a cabo actividades con terceros externos al centro educativo, etc.

¿No deberíamos contar con más autonomía para poder agilizar todos estos tiempos y minimizarlos? Quizá deberíamos estar integrados en los equipos directivos de los centros, porque ya somos su órgano técnico y, en parte, una mano de obra importante para ellos, por lo que tal vez ya es hora de que formemos parte de ese equipo. Me consta que en algunos colegios ya están implicando a los orientadores en los equipos directivos y las experiencias son muy positivas para el centro y para el Departamento de Orientación. Para mí sin duda, sería algo esencial. Los tiempos largos generan hastío, desmotivación, pérdida de impulso, y enfado en terceras personas o receptores del proyecto o actividad “prometida” (la gran frase: “me lo prometiste”).

Que-no-hace-un-orientador - Juanjo Millán

Hasta entonces…

Hasta que muchas de estas cosas sucedan, si es que suceden, debemos luchar por dejar ver nuestra preparación, nuestra capacidad, por mostrar nuestra nuestro bagaje científico, ya que las cosas no nos las inventamos y si ofrecemos una orientación, un consejo o aprobamos o desaconsejamos alguna medida, no es por capricho.

Hasta entonces, debemos ser fuertes en nuestro rol y ajustar nuestros tiempos de trabajo y nuestra carga a las posibilidades reales y a la necesidad del centro.

Hasta entonces, como siempre, seguiremos siendo ese comodín disponible para todo sin perder la buena cara.

Juanjo Millán

Juan José Millán

Diplomado en Magisterio, Licenciado en Psicopedagogía y Máster en Neuropsicología Infantil. Jefe del Departamento de Orientación del Colegio Suizo de Madrid y Director del Centro Psicopedagógico -ÁREA 44– Blog personal: blog.juanjosemillan.es

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