¿Estamos ante la generación burbuja?

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Foto de Hernán Piñera en Flickr.

En estas fechas, muchos de los miembros de nuestra comunidad educativa recurren al departamento de orientación como si tuviéramos una bola de cristal o un medicamento milagroso que te concentra, potencia tu memoria, da responsabilidad,… Muchas familias vienen preocupadas por los resultados de los exámenes trimestrales, comentando que su hijo/hija no estudia de forma constante y ahora en los trimestrales no saben cómo les puede salir, o no saben si tienen bien interiorizadas técnicas de estudio, o ven que no tiene interés y va al límite, o no saben qué quieren estudiar y están en los últimos cursos,…

Empiezo a preguntar a las familias por los hábitos que tiene en casa, qué hace de forma habitual, qué responsabilidades tienen en ella, cuánto y cómo estudian. Lo normal para investigar y ver posibles soluciones, y me encuentro con respuestas tipo: «mi hijo la única responsabilidad que tiene son los estudios«, «no sé qué le pasa, todo lo que quiere lo tiene«, «yo lo levanto (con 15 años)«, «me sé el tema porque estudio con él (con 16 años)«,… y miles de respuestas que me provocan un debate interno.

¿Estamos ante la generación de la burbuja? Los llamo así porque no queremos que les pase nada  a nuestros niños/niñas, los levantamos , les damos todo hecho, les compramos lo que desean, percibiendo que la vida es fácil y cómoda.

Es difícil enseñar qué es el esfuerzo y la responsabilidad si no se vive, porque es algo experiencial, el esfuerzo no es realizar un trabajo que cuesta, es un sentimiento vivo y difícil de enseñar en el colegio. Necesitamos que se hagan protagonistas de su propia película, de su vida, de su futuro.

Discrepo con esos grupos de «guasap» de madres y padres más preocupados por los trabajos y deberes que los propios hijos/hijas, con esas familias que vienen a debatir sobre la nota de su hijo porque «se lo sabía«, con la falta de responsabilidad en los hogares, estamos educando unos adolescentes que como se les pinche esa burbuja caen al suelo y no saben levantarse, y en algún momento de sus vidas tiene que pasar.

Enseñemos a nuestros hijos e hijas a ser fuertes, a equivocarse y corregir, a que se les olvide entregar un trabajo y sepan reaccionar, a llorar y a sonreir, a caer y a levantarse, a ver que la vida es preciosa pero que necesita un esfuerzo en el trabajo diario, y que ese trabajo nos da una recompensa que suele ser el éxito, y el éxito nos va a llevar a la felicidad.

Nosotros los orientadores poco más podemos hacer desde el colegio.

Belén G. Capilla.

Orientadora del Colegio El Pilar (Málaga).

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