La actitud en orientación

Me siento en la obligación moral y en el compromiso de escribir unas líneas para Colectivo Orienta. Es tanto lo que aprendo de otros orientadores y es tal la generosidad al compartir experiencias, materiales, reflexiones, vivencias, opiniones que no puedo pasar de largo, sin al menos contar como afronto mi día a día en un Equipo de Orientación de Asturias.

Actitud - Take it Easy (Begoña Cañete)

Foto: Actitud + Take it easy, por Begoña Cañete – Licencia Creative Commons 2.0.

No voy a hacer especial hincapié en teorías, modelos, autores que, aunque son necesarios como referentes en nuestra profesión, poco pueden aportar al respecto.

Reflexionando sobre mi día a día, aparece una variable que se repite en múltiples ocasiones y que es imprescindible para afrontar mi labor orientadora. Tan imprescindible, que considero la clave fundamental para que al menos, pueda abordar las diferentes situaciones con serenidad. Esa variable que se repite la denomino empatía, inteligencia emocional, habilidad social, lenguaje emocional o regulación personal; en definitiva: ACTITUD.

La buena actitud me ayuda a comprender al profesorado, a escuchar al Equipo Directivo, a asesorar a las familias, a debatir con mis compañeros del Equipo, a respetar las decisiones que considero más o menos acertadas, a coordinarme con los servicios sanitarios o con los servicios sociales y, así, a intentar llevar con dignidad mi labor orientadora.

Actitud es comprender al profesorado: hay que reconocer que llevan dos cursos sometidos a una presión intolerable. Llevan realizando concreciones curriculares, transposiciones didácticas, ACIs, PTis, Programas de Refuerzo y luchando contra reloj con arduas tareas puramente burocráticas. Las aulas son complejas con una diversidad de alumnado y familias que “obligan” a cambiar metodologías, y a pedir S.O.S. en muchas ocasiones a “su” orientadora. La actitud, la escucha, el diálogo, las palabras de aliento son fundamentales para que su motivación no decaiga. ¡Nada fácil!

Hace unos días una profesora con más de 20 años de carrera me dijo, completamente derrumbada: «No puedo más. Creo que me equivoqué de profesión”. Sentí impotencia, rubor, tristeza, dolor. Le cogí por el brazo y le dije: “Tú puedes. Lo vamos a conseguir. Hoy ha sido un mal día, te entiendo”. Sus ojos se humedecieron y otra frase más (“Pero si tú eres una eminencia en este colegio”) consiguió sacarle una pequeña sonrisa. Entrar en el aula con ella, diseñar un nuevo plan e ir de su mano, alivió su dolor y al menos conseguí que no tirara la toalla. Con eso me quedo. Educar es complejo, pero es la única forma de cambiar el mundo.

Actitud es escuchar al Equipo Directivo: Cada centro presenta una idiosincrasia y una forma de funcionar que depende en gran medida de la gestión del Equipo Directivo. Los centros los conducen las personas y en función de sus líderes y de la calidad humana, un centro puede ser pionero, constante, tranquilo, movido, tóxico o referente. Nuestra actitud, nuestra implicación y, en ocasiones, tener que ceder o no compartir decisiones poco acertadas, hace que asesoremos de una u otra forma. Aún con dificultades, tener una actitud serena, tranquila, sosegada y bien argumentada hace que solo sea “cuestión de tiempo” la credibilidad del orientador@ ante un Equipo Directivo poco cooperante. En otras ocasiones, sentirse respaldado por la Dirección y respetado hace que esa misma actitud se convierta en motivación y realización personal.

Actitud es asesorar a las familias: Las familias constituyen un factor clave en la educación de sus hijos. En muchas ocasiones un buen asesoramiento, una buena entrevista y un buen seguimiento evita una evaluación psicopedagógica y por supuesto mejora el rendimiento del alumnado. La formación de los padres, la atención individualizada si lo precisa, el acompasar, la escucha activa y el seguimiento en las correctas pautas de crianza depende en gran medida de nuestro tiempo, de nuestra implicación, pero sobre todo de nuestra Actitud.

Actitud es coordinarse con los servicios externos (sanitarios, sociales, entidades varias…): la orientación educativa es sistémica y de mi depende el abrir los brazos y concretar coordinaciones externas que ayuden al desarrollo íntegro del alumnado. El mes pasado tuve que realizar “la cuarta llamada telefónica” para intentar que el Servicio de Salud Mental me atendiera y lograramos una coordinación de alumnado que compartimos. Probablemente en otra ocasión hubiese tirado la toalla. En este caso, la Actitud, el orgullo personal y la constancia tuvieron su fruto.

Actitud es orientar en la formación académica y profesional: aunque inicialmente se piensa que la orientación académica es propia de la etapa de secundaria y/o bachillerato, no es menos importante la orientación para la carrera en la etapa de infantil y primaria. Aportar materiales y recursos para el manejo del autoconcepto, la autoestima, la resolución de conflictos, los hábitos de estudio… y tener una implicación activa es cuestión de ACTITUD.

Tengo la suerte de ser bastante tranquila y reflexiva en mi tarea orientadora. El tono de voz, la mirada cercana, el despacho abierto, el sentido del humor, el respeto y la admiración a mis compañeros, facilita enormemente mi labor. Cometo errores como todos; aceptarlos y hacer autocrítica también me ayuda. Un buen orientador@ debe de tener todos los ingredientes (formación, habilidades sociales y ACTITUD) para poder realizar una buena cocción (orientación).

Lagos de Covadonga

Foto: Lago Enol (Lagos de Covadonga), por Rubén Iglesias – Licencia Creative Commons 2.0.

Reconozco ser “huérfana” en mi profesión. Me falta iniciar el tan ansiado blog, que sin duda algún día llegará. Observo que el blog es como un ser vivo; necesita las principales funciones vitales. Hay que alimentarlo (con buenas aportaciones), nutrirlo adecuadamente y darle un respiro de vez en cuando. Mi prioridad está ahora mismo en la finalización de mi tesis, por lo que hacer las cosas bien llevará un tiempo y, como se dice habitualmente, “las cosas de palacio van despacio.«

De momento, agradezco enormemente alimentarme en redes sociales. Reconozco “tener mono” y no poder pasar ni un solo día sin conectarme a las mismas. Aún así, con mono y todo ¡no pienso desintoxicarme! Me gustan, me aportan, me reconfortan, …

Quiero finalizar al igual que empecé, agradeciendo a Colectivo Orienta y a todos los profesionales de la orientación que me enseñan tanto a través de las redes. Para mi las redes sociales (Twitter, Facebook, Linkedln) han sido un resurgir, un renacer y una oportunidad de formación y comunicación.  Porque «de bien nacidos es ser agradecidos”.

Begoña Cañete

Begoña Cañete

Orientadora en un Equipo de Orientación Educativa y Psicopedagógica, Principado de Asturias

5 comentarios en “La actitud en orientación

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